En la Siria post-Assad, “la desconfianza hacia el otro está profundamente arraigada”
La violencia intercomunitaria en el sur de Siria durante la última semana ha puesto de relieve la profundización de las divisiones sectarias. Este fenómeno sociológico y político se avivó durante la dictadura del régimen de Asad y tiene raíces en la época otomana y el Mandato Francés, según L'Orient-Le Jour.
Desde el 13 de julio, la violencia que se desata en el sur de Siria evoca la brutalidad, pero también el lenguaje y los métodos de una era que muchos esperaban terminada. Al igual que con las masacres costeras de marzo, el otro —alaui, druso, beduino, suní, cristiano o chií— se ha convertido en una bestia para ser masacrada. «Cerdos», «perros», «traidores» y «terroristas» son ejecutados de un tiro en la cabeza, destripados, bombardeados o quemados vivos. Familias enteras son exterminadas. Los cadáveres se amontonan en el suelo. Los milicianos cantan las alabanzas de la «limpieza étnica».
Ejecuciones sumarias, violaciones, secuestros, saqueos y humillaciones han reintroducido el terror. «Pensábamos que el miedo había desaparecido. Pero la desconfianza hacia los demás está tan arraigada que no podía desaparecer así como así», lamenta el historiador Amar Moustafa. Los sirios han vuelto a contar los muertos: la magnitud de la destrucción no es la misma, pero la nueva era evoca cruelmente la antigua. «Hay una reproducción de lo que se dijo y lo que se hizo», lamenta el escritor e intelectual Farouk Mardam-Bey.
Para comprender la centralidad de la herencia baazista [en referencia al Partido Baaz, en el poder en Siria desde el siglo XIX]
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Courrier International